Los seres humanos somos seres relacionales por naturaleza, a lo largo de la vida vamos tejiendo una red de relaciones, más o menos amplia y estable. La falta de relaciones o la mala calidad de las mismas, tiene un impacto negativo en la calidad de vida y en el bienestar de las personas. Es en este momento cuando podemos hablar de Soledad No deseada, es decir, un sentimiento desagradable, con consecuencias negativas para la salud física y emocional, que aparece cuando las relaciones que tenemos no son las que realmente deseamos tener, bien por una cuestión de cantidad o de calidad. Se trata de un fenómeno complejo y multicausal, que puede aparecer en cualquier momento del ciclo vital por circunstancias diversas (pérdida de una persona cercana, cambio de residencia, jubilación…).
En muchas ocasiones, tendemos a pensar que la Soledad No Deseada es un problema de carácter individual, que debe ser abordado y tratado por la propia persona, olvidándonos de que este fenómeno tiene un fuerte componente relacional, y es que todas las conexiones de las que disponemos, tanto las más cercanas y estables como las más lejanas y/o esporádicas, cumplen un papel fundamental en la prevención de la Soledad No Deseada.
De este modo, todas aquellas acciones encaminadas a crear comunidad y establecer relaciones de apoyo, son esenciales para combatir la soledad. Contar con espacios acogedores, que den lugar al encuentro, con personas que nos escuchen y nos den seguridad, aumenta nuestra autoestima, nos genera sentimientos de pertenencia y fomenta nuestra participación social, haciendo que nos encontremos más satisfechos con nosotros mismos y con nuestro entorno, lo que contribuye a la disminución de sentimientos de Soledad No Deseada y a romper con el aislamiento social.
Por ello, desde Programa Viernes, apostamos por un enfoque comunitario, donde las intervenciones tienen como objetivo principal crear y fortalecer los vínculos de apoyo